Y entonces me mordí la lengua
Hay algo con lo que no puedo: la mala educación. Lamentablemente es algo que va apareciendo cada vez mas y a veces es incontrolable. Esta noche estaba volviendo a casa en el autobús, cuando un pendejo que ha subido ha iniciado el reproductor de música de su teléfono móvil para regalarnos a todos los pasajeros un abominable reggaeton. Siempre he pecado de ser muy poco tolerante con la música que no me gusta (si no queréis oír palabras amables saliendo de mi boca, entonces no tenéis mas que ponerme al canto del loco, delincuentes, gandules, melendi…)
Pero lo de hoy ya ha sido para (hablando claro y mal) cagarse. Los pasajeros atónitos nos mirábamos con cara de no estar creyendo lo sucedido, pero ninguno hacíamos nada para evitar que aquél energúmeno nos amargase con sus desagradables y monótonos sonidos. Cuando por fín me he decidido a cesar el incesante y agonizante patum patum, patum patum, le ha entrado una llamada y se ha puesto ha hablar, y la siguiente parada era la mía.
¿Tanto le costaba ponerse unos auriculares? Es una buena forma de escuchar la música que te gusta sin dar por el culo a los que tranquilamente estábamos viajando del punto A al punto B; además la batería del iPod estaba muerta…con lo que no podía combatirlo con nada. ¿De verdad no se daba cuenta de que estaba molestando a todo el autobús? ¿Cómo puede haber gente así en el mundo? Las personas han de ser libres para hacer lo que les plazca…siempre y cuando no molesten a los demás, ¿no?
iPod cargándose